La principal finalidad de esta exposición es, como decía el poeta Joan Manuel Homar, la de perseverar en el intento por recobrar la pura exaltación del ser, en este caso centrado en el universo del cuerpo femenino, una fuente casi inagotable de paisajes de una enorme belleza y que hay que saber explorar para poner en valor su feminidad intrínseca.

Este cuerpo está impregnado de una enorme belleza y plasticidad, con simetrías, formas, volúmenes, texturas, luces y sombras; resulta poco menos que sacrílego vulgarizar toda esta belleza para reducirla a una mera exposición de carne. Volviendo a parafrasear al poeta, el cuerpo femenino es aquel lugar donde la luz y las sombras cantan, y nuestra obligación es la de saber escuchar y fotografiar este canto. El eterno femenino es, como no puede ser de otra manera, eterno...